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MI CUENTA

Tocar fondo tocar techo

Cuando una persona se encuentra con su techo y desea elevarse por sobre éste, eso significa elevarse por sobre una media, un promedio. Y querer elevarse por sobre la media, puede dar mucha vergüenza. Querer elevarse por sobre la media puede ser castigado. Porque en general – lamentablemente – la sociedad es chaquetera (porque no conocen ni su poder personal ni su propio potencial)


Foto: Luis Zamora

Las historias de “Tocar Fondo” se escuchan harto. Y sobre todo en contextos de transformación personal. “Toqué fondo, ya no podía seguir así”.

Muchas veces hemos escuchado que cuando una persona toca fondo, entonces su vida comienza a transformarse. Hay un montón de historias sobre “tocar fondo”.

Y la mayoría de las personas sentimos empatía con lo que significa tocar fondo. Muchas personas nos sentimos representadas.

Pero muy poco se escucha sobre tocar techo.

“El fondo” es un lugar conocido. Es un lugar que en general nos gusta hablar y escuchar. 

Compartir historias de “fondo” es normal, natural. Incluso hay hasta un morbo con el fondo (se habla en entrevistas, noticias, revistas, libros, documentales)

Y si la persona salió de ese fondo, y mientras más hondo haya sido el fondo, más admiración sentimos.

Como sociedad, sentimos un respeto y una fascinación por el fondo y las historias de fondo y la resiliencia del fondo.

Pero muy, muy, muy poca atención se le da al TECHO.

El techo no es tan popular. Porque la “fascinación” está en el sufrimiento del fondo.

Pero, el techo también nos puede hacer sufrir, excepto que funciona diferente, es invisible, muchas veces imperceptible y además, tiene relación con aspectos tabú de nuestra sociedad.

Tabú no es sólo lo que no se habla. También es lo que da vergüenza.

Cuando una persona se encuentra con su techo y desea elevarse por sobre éste, eso significa elevarse por sobre una media, un promedio.

Y querer elevarse por sobre la media, puede dar mucha vergüenza.

Querer elevarse por sobre la media es CASTIGADO. Porque en general – lamentablemente – la sociedad es chaquetera.

La AMBICIÓN es un concepto mal visto, asociado a MALDAD.

Yo quiero hablar de ambición, de culpa, de esa “supuesta maldad”, de merecimiento y de TECHO.

Quiero hablar de techo, un lugar que está más arriba y que inspira juicio, prejuicio, celos, envidia.

¡Ah! Y también la contradicción maligna social: esa en donde el fondo puede inspirar empatía (pero en secreto, también inspira desprecio. Y esa en donde el techo puede inspirar juicio (pero también envidia). 

Entonces… el mensaje es: quédate al medio…ahí donde no llames la atención. 
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Así que, ¡hablemos del techo! 

El techo es literalmente un techo energético de lo que sientes que te mereces y te corresponde en la vida, en términos de amor, salud, abundancia, trabajo, placer, etc.

Es el límite superior que, si te llegas a pasar, te sientes incómoda:

  • “¡cómo va a ser tan bueno!
  • “no puedo creer que esto me pase a mi”
  • “siento que no me merezco esto”
  • “yo no debería tener esto cuando hay tanta gente sufriendo”
  • “nooo, no puede ser verdad”
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Y cuando esos sentimientos incómodos del techo no se procesan: entonces lo más probable es que vayamos a sabotear la experiencia, para así volver a nuestra línea media donde nos sentimos más cómodas y seguras, con la estructura mental/emocional que ya conocemos.
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En general, hay cuatro razones de porqué existe nuestro techo:

  1. Familia – lealtades invisibles.
  2. Grupo de pertenencia
  3. Autoestima dañada
  4. Sistema de creencias limitado
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Lealtades invisibles con la familia

Esto es muy, muy común. Y puede darse en un montón de escenarios. Por ejemplo:

  • Una madre con resentimiento y odio hacia los hombres, producto de su sufrimiento y de su crianza.  La hija sabotea inconscientemente sus relaciones amorosas con hombres, porque si es feliz, siente que está traicionando a su madre.
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  • Una familia con escasos recursos económicos. Hijos que sabotean inconscientemente oportunidades de éxito laboral, porque tener más dinero sería como traicionar a su familia.
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  • Una familia en donde muchos tienen problemas de salud. Hijos que sabotean inconscientemente sus motivaciones de comer mejor y hacer más ejercicio, porque sienten que deben continuar con los mismos patrones o que ser más saludables que sus familiares sería como “despreciarlos” o “traicionarlos”.
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Grupos de pertenencia

Es exactamente lo mismo pero con las amistades, colegas, compañeros de trabajo y también familiares. 

Muchas personas, inconscientemente, miden la media de los logros de sus grupos de pertenencia y se acomodan a esa realidad. Establecen su techo a partir de las vidas de los demás.

Esto es bien interesante, porque en un grupo, es muy posible que todes estén haciendo lo mismo. Se están nivelando los unos con los otros y el resultado es que EN GRUPO se están saboteando.

Ejemplo:

  • Grupo de 3 amigas. Dos de ellas tienen problemas matrimoniales. La otra, que tiene una relación feliz,  inconscientemente comienza a buscar conflicto con su pareja, sólo porque se está calibrando con el techo de felicidad romántica que tienen las amigas.
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  • Grupo de tres amigas. Dos de ellas tienen problemas económicos. La otra, tiene ahorros y está súper organizada con su dinero. Pero siente vergüenza de decirlo, vergüenza de comprarse algo, vergüenza de viajar… empieza a alejarse de sus amigas o las amigas se alejan de ella, porque inconscientemente se dan cuenta que no hay un “techo” común.
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  • Compañeros de trabajo. Nadie quiere resaltar en el trabajo porque las otras personas lo podrían ver como una amenaza. Sabotean consciente o inconscientemente sus talentos, dones, inteligencia, para no ser víctima del “chaqueteo”.
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Autoestima dañada y creencias limitantes

Estos dos están muy de la mano y básicamente tiene que ver con las creencias que tenemos en nuestra mente sobre “ el deber ser” y sobre lo que creemos que merecemos.

Si creemos que merecemos lo justo y necesario en amor, salud, abundancia, trabajo, entonces ese es nuestro techo.

Si creemos que NO merecemos amor, salud, abundancia, trabajo, entonces ese es nuestro techo.

Esos niveles de autoestima y creencias limitantes por lo general son heredadas o es resultado de experiencias de vida.
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Lo que debes saber sobre el techo

Socialmente, el techo no es para nada democrático. Lamentablemente. Las personas que son más vulnerables en nuestra sociedad son las personas con techo más bajo. Estas personas sufren – muchas veces – de discriminación, bullying, acoso, injusticias varias que les hacen tener un techo muy bajito.

Entonces pedirles que surjan sólamente a través de “voluntad” puede ser muy injusto. Muchas personas tienen el descaro de separar a la sociedad entre “flojos y no flojos”. Esa es una injusticia. Básicamente, se les pone un techo y luego se les juzga porque están ahí.
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PERO ESPIRITUAL y ENERGÉTICAMENTE el techo SÍ es democrático.

Cualquier persona puede despertar y entenderse a sí misma, sus herencias, sus lealtades invisibles, sus creencias y su autoestima.

Y cualquier persona puede comenzar el trabajo espiritual y energético, social y psicológico de ver su techo y subirlo de acuerdo a su propia felicidad, satisfacción y gratificación, tomando todas las acciones necesarias, a veces poco a poco, a veces de formas más drásticas.

Elevar el techo 

Una manera de elevar el techo es disponerse a sentirse cómoda con las cosas buenas de la vida. En vez de juzgarlas o sentirse culpable.

Cuando algo bueno pase o cuando nos demos cuenta de alguna bendición o privilegio en nuestra vida, cerrar los ojos y recepcionar esa bendición con todo el cuerpo. Recibir esa bendición. Abrirle totalmente las puertas. Dejar de lado los juicios de la mente como “no lo merezco” “esto es mucho” “esto es….” “soy….”

Abrirle las puertas y sentir esa bendición/oportunidad/reconocimiento con todo el cuerpo. Hacerla propia. Recibirla en vez de apartarla o juzgarla. Sentirse cómoda con aquello. 

Por ejemplo con el agua de la ducha o con las comidas del día o con un tiempo libre, reuniones, momentos de placer, pagos recibidos.

Todo lo que recibimos: cerrar los ojos y sentirse UNA con esa energía de bendición y abundancia. 

En vez de sentirnos pequeñitas por tenerlo, sentirnos a LA MISMA ALTURA de esa bendición y abundancia. 

Y eso no nos convierte en malas personas o en personas que toman por sentado las bendiciones de la vida. Al contrario, nos permite sentir UNIÓN, comunión con el TODO, con el universo que nos brinda estas bendiciones.

Al igualar tu energía con la de todas tus bendiciones, te agrandas. Y al agrandarte, abres espacio para más: más perspectiva, sabiduría, intuición, creatividad, visión, entendimiento…

Si el universo se expande constantemente, hagamos como el universo. Ampliemos y agrandemos nuestra energía. ¡El planeta lo necesita!

Dedicado a tu expansión.

Con amor sincero,

Marwa.
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